dilluns, 31 de març del 2014

Recuperando una entrevista a Isaki Lacuesta

ENTREVISTA (2009)

ISAKI LACUESTAEl camino difícil

Por Xavi Serra
El mundo de Isaki Lacuesta se balancea con pericia entre las aguas del documental y la ficción. O viceversa. Cine sin ataduras en el haber de un director muy particular. Xavi Serra lo entrevistó cuando “Los condenados” (2009) brilló en el festival de San Sebastián, paso previo a su exitosa aventura africanista con Miquel Barceló en el País Dogón en “Los pasos dobles”, con la que ganó el gran premio del certamen donostiarra dos años después.
No fue casualidad que su segunda cinta, “La leyenda del tiempo” (2006), fuera la única presencia española en la lista de las mejores películas de la primera década del siglo XXI elaborada en el número especial del 25 aniversario de esta revista. Isaki Lacuesta (Girona, 1975) es uno de los directores más interesantes y atrevidos del cine español actual y uno de los pocos que dialoga con corrientes y tendencias del panorama internacional sin perder de vista su propia identidad. Autocrítico, flexible, generoso y un cineasta incansable e inclasificable, su obra llega con “Los condenados” (2009) a un extraño punto de inflexión: justo cuando su estilo parecía más o menos acotado, se descuelga con un largometraje que reinventa su cine, apostando por una ficción pura y dura (muy dura) sobre unos antiguos guerrilleros que excavan y remueven el lodazal de su pasado revolucionario. La película, la mejor cinta española presentada en el festival de San Sebastián 2009, fue galardonada con el premio Fipresci de la crítica internacional en el certamen vasco.
¿De dónde surge tu interés por el conflicto armado y la lucha revolucionaria? Siempre ha estado presente, pero se concreta en 2003 cuando voy a Argentina y conozco varias historias y a gente de allí. Unos meses más tarde me voy con Pere Vilà a filmar la excavación arqueológica de una fosa común de la batalla del Ebro en Gandesa. Muchas cosas de la película proceden de aquel momento; hay frases de Pablo que son anotaciones de mi diario de aquellos días, frases que reflejan mi sensación de perplejidad, de no acabar de entender lo que hacíamos allí.
Los personajes de “Los condenados”, aparentemente, tratan de desentrañar el pasado, pero tengo la impresión de que en realidad es el pasado el que los desentraña a ellos. Claro, es que el tema de la película no es el pasado, no es una película sobre la memoria histórica. Lo que están haciendo esos personajes es disputarse el futuro, se están peleando por ver quién se lleva a las siguientes generaciones a su terreno.
“Me preocupa mucho la presencia física del personaje. Puede que venga de mi interés por el retrato. Pero no tengo ningún problema en imaginarme rodando películas de ciencia ficción, aunque seguramente pondría muchísimo interés en el trabajo con los actores y eso tal vez imprimiría un sello muy realista”
Un personaje de esas nuevas generaciones, Silvia (la actriz Bárbara Lennie), tiene un plano fijo que dura siete minutos. ¿Ya estaba en el guión o surgió en el rodaje? Para mí es el momento de la película. Hay una extraña leyenda en torno a esa escena. Mucha gente da por hecho que rodamos el plano general desde fuera pero que se estropeó la cámara y tuvimos que repetir la escena en casa de la actriz al cabo de un mes. En realidad ya estaba en el guión, aunque me imaginaba que lo montaría con “jump cuts”. Cuando la rodamos yo estaba detrás de la cámara y al ver su cara ante las réplicas de Martín –el personaje interpretado por Daniel Fanego–, pensé: “igual esto es muy friki, pero vamos a probar a quitar la voz de Martín y dejar la cara de Silvia durante siete minutos”. Y nos lo quedamos.
De la cercanía de los personajes de “La leyenda del tiempo” has pasado a una mirada más distante, casi entomológica. Son películas muy distintas. “Los condenados” está contada desde fuera, con la intención de que no puedas identificarte con ellos. En ese sentido es brechtiana. Es complicado seguir el proceso lógico de causas y efectos, de modo que el espectador tiene que crearlo por sí mismo.
No se lo quieres poner fácil. Creo que si el espectador se identifica emocionalmente con los personajes, pierde distancia intelectual respecto a los hechos. La finalidad de la película es que piense cómo le habría gustado comportarse en circunstancias parecidas y, en consecuencia, qué papel juega hoy en día y hace treinta años la lucha armada, si es legítima o no.
Aunque esta sea tu primera ficción, tu cine todavía sigue manteniendo una relación muy estrecha con la realidad. Supongo que es porque me preocupa mucho la presencia física del personaje. Puede que venga de mi interés por el retrato. Pero no tengo ningún problema en imaginarme rodando películas de ciencia ficción, aunque seguramente pondría muchísimo interés en el trabajo con los actores y eso tal vez imprimiría un sello muy realista.
Háblame de la banda sonora de la película. Trabajas desde hace tiempo con Gerard Gil, que ha tocado en Pupille, H de Casa, Zul... Lo conocí a través del documental que hizo sobre Cirlot y desde entonces utilizo música suya para mis cortos, aunque no siempre le puedo pagar. Le propuse hacer la banda sonora de “Los condenados” y apareció con ochenta y cinco minutos de música. Había temas buenísimos que no pudieron entrar porque la música explicaba demasiado bien la emoción de cada personaje y, debido a todo lo que hablábamos antes, trataba de huir de eso.